¡Hola! Soy Júlia
Te doy la bienvenida
Quiero compartirte mi historia
Hoy creo firmemente en el poder de nuestro mundo interno y en el valor de todo lo que somos, así, sin añadidos ni complementos, siendo simplemente lo que somos.
Pero no siempre ha sido así.
Yo estaba acostumbrada a vivir en la autoexigencia, a tener que ser, tener y hacer siempre más, a colocar mi propia valía en manos de los demás, y a creer que las etiquetas y mis creencias sobre mí misma me iban a definir para siempre.
Y esa certeza limitaba radicalmente mis posibilidades de evolucionar, de conocerme fuera de esas etiquetas y de darme nuevas oportunidades.
Sentía que el peso de mi historia vital y de las opiniones, juicios y etiquetas de otros -y de las mías propias, claro- eran la única realidad posible. Y lo creía tanto, que todo esto llegó a moldear mi autoimagen, e incluso a difuminar mi propia identidad.
Pero me di cuenta de que eso no era verdad. Y me di cuenta de ello tras vivir un momento muy complejo de mi vida, tras romper con muchos de mis entornos y tras empezar, no de cero, pero sí de nuevo.
Y todo empezó con un viaje
En 2015 emprendí un viaje para poder tomar distancia de todo lo que me rodeaba y conocerme a mí misma en otro entorno, en otros contextos, y ante otras personas. En ese viaje, que terminó durando un año, aprendí algo muy importante: el poder de las etiquetas que (nos) ponemos a lo largo de nuestra vida y que nos creemos y damos por buenas sin cuestionarlas ni por un solo instante.
Al mudarme a otro país y salir de mis áreas conocidas y mi entorno favorable, descubrí que, si bien no es fácil desnudarse ante otros, menos lo es hacerlo ante una misma.
En ese entorno desconocido, empecé a conocerme primero a través de ojos ajenos, a través de palabras de otros que me hablaban de mí.
Me fui forjando una idea de esa persona de la que
hablaban, y a la que no reconocía, hasta que sentí la necesidad
de conocerla a través de mis propios sentidos. Y dejarla ser.
Ahora me doy cuenta de que estaba sumergida en un relato que me tenía encarcelada en mi propia mente, en un relato que me desproveía de una de las herramientas más potentes que tenemos: nuestra capacidad de decidir y de hacernos autorresponsables. Uno que me colocaba en la posición de víctima, de víctima de la propia inercia de mi vida y de todo lo que me creía sobre mí misma.
Pero yo no era una víctima; simplemente estaba eligiendo mirar hacia otro lado para no afrontar algo que me daba miedo y me incomodaba.
Y esa era la opción fácil, sin duda; la opción cómoda. Pero ni era sostenible ni la actitud que me iba a ayudar a generar otro tipo de relato, otro tipo de vida ni otro tipo de relación conmigo misma.
Con todo, mi historia me llevó a querer formarme en psicología, coaching, lenguaje y ciencia cognitiva, disciplinas que me ayudaron a comprender la naturaleza de nuestra mente, nuestro cerebro y los procesos cognitivos y emocionales que construyen nuestro mundo interior, que es con el que más convivimos y desde el que nos proyectamos hacia afuera.
Y esto me llevó a querer crear un espacio para esas mentes y corazones que, de vez en cuando, también viven su vida desde fuera, como meras espectadoras de su vida, y a veces desde una jaula mental que no las deja ver más allá. Quiero acompañar a personas como tú a identificar, cuestionar y flexibilizar su diálogo interno, a reconstruir sus creencias sobre sí mismas y a comprender que solo depende de ellas establecer quiénes son, qué merecen y qué pueden conseguir.
Porque eso es Narrative Brains, un espacio para la mirada hacia adentro, para identificar y reconstruir historias, para flexibilizarse y romper patrones;
un espacio para (re)conocerse y liberarse.
Y aquí te cuento algunas curiosidades sobre mí
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Amo escribir y vivir en mi imaginario. No para evadir la realidad, sino para crear alternativas, vivir otras vidas a través de la escritura y ampliar mi forma de ver el mundo. De hecho, tengo dos novelas escritas, pero estoy en proceso de corrección.
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Tengo una especie de obsesión con el número 17. Lo busco en todas partes (y me saco fotos con cada casita nº17 de cada pueblo que visito, y sumo los números de la lotería cuando la compro hasta que encuentro un 17 - y, evidentemente, nunca me toca).
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No se puede ir conmigo a una papelería porque, no solo pierdo el tiempo, sino también el dinero (¿es realmente una pérdida? Quién sabe. Solo sé que mi pareja me ha dicho que si entra otra libreta en casa, yo saldré por la puerta... Ups).
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Me encantan las novelas de época, y detesto fuertemente cómo las películas que las llevan al cine las reducen al romanticismo (si has leído libros de Jane Austen -la amo-, sabrás que hay mucho de reivindicación detrás, no siempre visibilizada).
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Mi relación con el mar es digna de estudio. Pocas cosas me generan tanta calma y bienestar como observarlo y pasear cerca de él... Pero, de igual forma, pocas cosas me generan tanto miedo como sumergirme en sus aguas. El famoso binomio miedo-admiración...
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Cuando sea mayor, quiero tener una gran biblioteca en mi casa y escribir, descansar y empaparme de muchas cosas allí dentro.